Del subsidio al futuro: menos dádivas y más oportunidades reales
En Ecuador el precio del diésel ya no es de USD 1,80 sino de USD 2,80. Para muchos, esa cifra es un golpe al bolsillo, pero detrás de este aumento hay una discusión más profunda: ¿seguiremos dependiendo de ayudas que apenas alivian la coyuntura o construiremos un futuro con oportunidades que duren toda la vida?
Durante décadas el Estado ha gastado miles de millones en subsidios a los combustibles. Sin embargo, ese dinero no se transformó en escuelas de calidad, hospitales equipados ni caminos para sacar la producción del campo. En cambio, gran parte terminó beneficiando a quienes más tienen, mientras las comunidades indígenas, campesinas y los barrios populares siguieron con las mismas carencias.
El problema no es solo el precio del diésel; el verdadero problema es la falta de un modelo que garantice desarrollo integral y libertad para los más pobres. El desafío ahora es usar con sabiduría lo que antes se gastaba en subsidios para dar pasos firmes hacia un país más justo.
Eso significa invertir en lo esencial:
1. Caminos y conectividad digital, porque abrir rutas al mercado cuesta menos que subsidiar eternamente el combustible
2. Educación técnica y trilingüe (español, idioma ancestral e ingles) que combine ciencia, matemáticas, tecnología y cultura, para que los jóvenes puedan ser ingenieros, artesanos, médicos, emprendedores o empresarios sin dejar de ser ellos mismos
3. Créditos justos y apoyo productivo para asociaciones campesinas e indígenas, con reglas claras y transparencia
4. Salud y nutrición en las primeras edades, porque un niño bien alimentado hoy será un adulto libre mañana
5. Apoyo a emprendimientos y creación de empresas de comercialización, agroindustria y exportación, para que las comunidades dejen de vender solo materia prima y puedan dar valor agregado a lo que producen: lácteos, textiles, granos, hortalizas, frutas, café, cacao, artesanías, etc. que lleguen a mercados nacionales e internacionales.
Esta propuesta se trata de acompañar con inteligencia y con políticas que les den alas en lugar de cadenas y ladignidad no depende de la caridad del Estado, sino en contar con herramientas para salir adelante con trabajo, esfuerzo y libertad. Nuestros pueblos indígenas y sectores sociales ya han demostrado que saben producir e innovar; Lo que falta es un Estado que deje de tutelar y empiece a confiar, que invierta en sus capacidades y potencialidades.
La protesta es legítima, pero no puede ser el único camino, el Ecuador necesita un gran acuerdo nacional que transforme el dinero de los subsidios en escuelas, hospitales, caminos, créditos y empresas comunitarias que generen empleo y oportunidades.
Ahora es el momento, menos dádivas y más oportunidades reales, para que los pueblos del Ecuador vivan con justicia, dignidad y libertad.